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A Cuauhtémoc Blanco se le ha salido la seguridad de las manos.

Tal parece que hablar de los delitos y muertes que a diario se cometen en Morelos ya no es algo novedoso.

Desgraciadamente, los morelenses cada vez más normalizamos lo que hace 30 años eran situaciones muy lejanas a nuestra realidad.

¿Quién no recuerda aquellos tiempos en que Morelos era uno de los principales destinos turísticos de nuestros vecinos chilangos e incluso de estados del Bajío y norte del país?

Los balnearios de Oaxtepec, los fines de semana en Cuerna, pasear en su centro bajo el sol resplandeciente y ese clima soleado y de paz que durante años gobernó a la ciudad.

Hoy esa realidad se ha desmoronado. Fue por ahí del 2005 que los carteles comenzaron a ganar terreno y que comenzaron a elevarse los niveles de inseguridad.

Para el 2018, Morelos ya era uno de los estados más violentos y sangrientos de nuestro país cuando cayó su Gobierno en manos de un inexperto en administración pública.

A Cuauhtémoc Blanco se le ha salido la inseguridad de las manos. Tan solo la última semana los tabloides se llenaron de asesinatos en vía pública.

En Jantetelco, a plena luz del día, motociclistas ejecutaron a un hombre a las 2:30 de la tarde. Lo mismo en Tequesquitengo hace cuatro días, cuando corporaciones de seguridad atendieron una ejecución a las 3 de la tarde cerca del Hotel Paradise.

En Jonacatepec hace tres días se recogió un cuerpo bañado en sangre en plena vía pública ejecutado a balazos y en Jiutepec encontraron partes de un cuerpo desmembrado que aún no se logra identificar si quiera si es hombre o mujer.

En Cuernavaca, lo de siempre: un encobijado con un narco mensaje donde un grupo criminal advirtió que no permitirá “chapulines” (personas que traicionan al cartel o hacen negocios por su cuenta), dejando el cuerpo envuelto en una cobija roja.

De la paz y seguridad que alguna vez sentimos los morelenses ya no queda casi nada. El gobernador, en sus cinco años de periodo, no ha hecho absolutamente nada por apaciguar y sacar al crimen organizado de nuestro estado. Morelos necesita, de manera urgente, mano dura en estrategias de seguridad.

Pues, como diría una vieja referencia cinematográfica, la paz del Morelos vacacional ahora sólo vive en nuestra memoria.

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