El Parque 21 de mayo, llena de familias, jóvenes, abuelas, abuelos, comerciantes, trabajadores y estudiantes, se convirtió en el escenario donde la esperanza tomó forma.
A las cinco de la tarde, con un clima cálido y aire fresco, Manuel Alonso subió al templete para dar su primer mensaje de campaña. No fueron palabras frías ni discursos acartonados: fue un llamado sincero a construir juntos una nueva historia para Córdoba.
“Venimos a transformar nuestra ciudad con honestidad y trabajo, de la mano del pueblo”, dijo, y el aplauso fue inmediato. “Queremos una Córdoba donde nuestras hijas e hijos quieran quedarse a vivir”, agregó, y muchos en la plaza asintieron con orgullo.
Más que un mitin, el arranque se sintió como una fiesta comunitaria: niñas ondeando banderas, jóvenes coreando “¡Morena, Morena!”, familias enteras tomándose fotos, abrazándose, emocionadas por formar parte de algo más grande que una elección: un movimiento.
“Lo que se dice, se hace. Lo que se promete, se cumple,” repitió Manuel ante los aplausos.
Y en cada mirada, en cada sonrisa, Córdoba pareció responder: “Sí, nosotros también creemos.”